El aumento de la esperanza de vida, los cambios demográficos de la población y el desarrollo tecnológico han traído a nuestra sociedad una serie de transformaciones en la estructura y características de la vida social de la que todos somos parte. Uno de estas transformaciones, es la inédita coincidencia en un mismo período de tiempo de cuatro grandes generaciones de personas, lo que se traduce en una diversidad generacional nunca antes vista de manera tan patente en nuestro país.
Pero ¿Cómo se debe entender una generación? Sabemos que lo manifiesto es que una generación representa un conjunto de individuos que comparten un mismo rango de edad.
Sin embargo, lo estructural de una generación aparentemente no resulta ser este hecho. Las investigaciones que abordan el estudio de los distintos grupos de edad o etarios son una tendencia en el último tiempo en Chile. Así, se nos presentan investigaciones que buscan comprender las características y rasgos de las personas en distintas etapas de su vida. Abundan los estudios de los jóvenes, preadolescentes, adultos mayores, y de manera más incipientemente sobre los niños. Sin embargo, en todas estas investigaciones el enfoque es comprender lo que caracteriza a los distintos grupos de edad en cuanto individuos que comparten una misma etapa en el ciclo de sus vidas. Es el enfoque de entender la edad en su vida presente.
En cambio, el enfoque en el estudio de las generaciones, si bien comparte con el enfoque en el ciclo de vida su centramiento en individuos similares en cuanto a rango de edad, se focalizan en comprender el supuesto arraigo histórico que implica el haber vivido una misma época o momentos de la vida de nuestra sociedad. La tesis es que por el hecho de haber compartido unos mismos tiempos, sucesos y cambios de la vida social, esto implica una impronta cultural que se traduce en una determinada ideología de vida, expresada en valores, gustos, motivaciones y capacidades distintivas que se expresan en los variados ámbitos de la sociedad (religión, política, consumo, trabajo, etc.).
En este sentido, podríamos definir una generación como un conjunto de personas “marcados” o influidos por similares fases, sucesos, cambios que son propios de los mismos tiempos o fases de la vida social que les ha correspondido vivir. Por un lado, efectivamente las generaciones representan a individuos nacidos y criados en determinados tiempos, pero lo esencial es que expresan a sujetos configurados ideológicamente de una manera distinta, dada la época que le ha correspondido vivir de manera directa o indirecta.
De esta manera, una generación estaría formada por personas cuya ubicación común en la historia les proporciona una determinada impronta ideológica, que los hace enfrentar los distintos ámbitos de la vida social de manera propia y distintiva. Así, una generación tendría una predisposición distinta en el ámbito del consumo, el trabajo, la política, la religión, las relaciones interpersonales, etc. Representando así potenciales segmentos de sujetos, dado que expresan distintas demandas.
Sin embargo, y como lo mencionamos en un inicio, un grupo de edad también representa una determinada posición en el ciclo de vida, confluyendo esta dimensión, junto a la generacional, en lo que finalmente termina siendo cada grupo de edad desde una perspectiva cultural e ideológica. Cuánto es producto de la impronta generacional o histórica y cuánto es producto de la posición actual que se ocupa en una determinada etapa de vida, es uno de los desafíos más importante que implica comprender y entender a un grupo etario determinado.
Articulo por Patricio Polizzi R., Psicólogo Universidad de Chile, MBA Universidad Adolfo Ibáñez, Fundador y Director General de la consultora Visión Humana, Docente y Director de Investigaciones Centro de Experiencias y Servicios de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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