Por M. Gabriela Espinosa Aninat Ingeniero comercial, U. Adolfo Ibáñez. Master en dirección y desarrollo de servicios (mds) de la Escuela de Negocios U. Adolfo Ibáñez.
Qué duda cabe que estamos viviendo tiempos cambiantes e inciertos. Así lo indicó el profesor y escritor israelí Yuval Noah Harari, autor de “21 Lecciones para el siglo XXI” entre otros libros, en su análisis del contexto mundial con la pandemia del Covid-19 y el explosivo aumento de las tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial o la bioingeniería, las que, según el historiador, “están reescribiendo las reglas básicas de la vida”.
Una de las formas de enfrentar estos retos, según Harari, es desarrollando inteligencia colectiva y flexibilidad mental, es decir, estar abiertos a estar cambiando y estar bien con no saber las respuestas. La velocidad del cambio va a seguir incrementándose y para sobrevivir tendremos que aprender a reinventarnos.
Esta velocidad de cambio es posible observarla especialmente en el mundo de las organizaciones y del trabajo, en donde se hace necesario invertir en el desarrollo de nuevas habilidades que les permitan sobrevivir, adaptarse y fluir en este entorno de permanente cambio.
Ante este escenario cabe preguntarse entonces, ¿cómo se construye futuro?
La inteligencia colectiva es una forma de inteligencia que emerge a partir de las relaciones colaborativas entre diversos individuos con relación a un desafío o propósito percibido como común.
Una manera de abordar esto es vía la adopción de las metodologías ágiles, que aparecen como una aproximación para generar innovación a partir de trabajo colaborativo con centro en el usuario y en el desarrollo de mejoras incrementales, estimulando la flexibilidad mental.
Design Thinking, por ejemplo, es un gran inicio, porque permite desbloquear la capacidad creativa en los equipos de diseño. Basado en el pensamiento de diseño, el modelo del Doble Diamante posee una dinámica de trabajo iterativa y flexible para generar ideas con potencial y construir soluciones innovadoras centradas en las necesidades de los usuarios. Se compone de 4 grandes etapas:
Descubrir: Empatiza y aprende de tu usuario, entiende sus motivaciones y necesidades no articuladas.
Definir: Analiza las necesidades, descubre insights, construye un punto de vista, identifica oportunidades.
Idear: Imagina muchas ideas y soluciones potenciales
Implementar: Prototipea y prueba experimentos y aprende de ellos, refina las soluciones que funcionan
El elemento vital del enfoque de diseño centrado en el ser humano y del gran éxito de las innovaciones; es la empatía. La capacidad de conectarse y comprender los deseos, necesidades, dolores y deseos del usuario.
El modelo del doble diamante del Design Thinking, es una forma de moverse a través del proceso creativo desde un problema general hasta una solución especifica. La forma de diamante es un reflejo de las distintas mentalidades de pensamiento, divergente y convergente. El pensamiento divergente exige una mente abierta, posponiendo el juicio y permitiendo que existan todos los pensamientos posibles. Este pensamiento se trata de pensar en grande, amplio y libre para que los conceptos tengan la oportunidad de florecer sin límites. El pensamiento convergente se trata de perfeccionar, sintetizar y analizar información, ser crítico y enfocado. Donde en el pensamiento divergente todo es posible, en el pensamiento convergente decidimos qué es lo más realista y práctico.
Las prácticas ágiles o Agile, por su parte, como filosofía, se basan en equipos auto-gestionados entregando valor de manera continua y en la experimentación y aprendizaje rápidos para generar impacto real en la organización y en sus stakeholders. Son una forma de hacer gestión, basada en un desarrollo por etapas y entregas incrementales.
Agile, nos permite poner en práctica soluciones de manera rápida. Este enfoque iterativo para aprender y crear es una parte integral de cualquier práctica de innovación. Al innovar, cuanto más se esté dispuesto a probar cosas, más rápido se podrá aprender.
Agile, también facilita y promueve el trabajo colaborativo en sintonía con un propósito común. Los equipos están formados por personas con diferentes áreas de experiencia y formación. Al reunir equipos multidisciplinarios, abrimos la oportunidad de crear una solución rica y más completa, fortalecida por el hecho de que ha sido observada y formada desde una multitud de perspectivas.
¿Dónde se conectan Design Thinking y Agile?
La conexión se produce en la Implementación, particularmente en la etapa de experimentación en donde los equipos se dedican a construir una solución de manera ágil (mínimo producto viable) que emergió del proceso de empatía y creatividad del doble diamante, con el objeto de luego probarla, evaluarla y utilizar el aprendizaje generado para desecharla o mejorarla en la siguiente iteración.
Los equipos al conectarse con su creatividad, generar ideas y poder exponerlas, de manera rápida les dan la oportunidad de evolucionar y convertirse en algo significativo.
En los tiempos que estamos viviendo, uno de los desafíos que se plantean es cómo las organizaciones son capaces de adoptar las metodologías ágiles en sus culturas como un camino para poder generar procesos, estructuras y ambientes de trabajo colaborativos y flexibles que promuevan la inteligencia colectiva y la innovación.
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